lunes, 27 de mayo de 2013

El Cuento Que Quería Ser Una Novela

Hoy les traigo algo diferente.


Había Una Vez…

Así es como empezaban todas las historias de un pequeño libro guardado en un rincón. Estas historias no eran nada fuera de lo común, pequeñas historias donde las personas buenas siempre ganan, ya sea por magia, amor o simplemente porque tenía que ser así.

El libro no tenía nada extraordinario o maravilloso, era viejo y estaba gastado. El primer dueño del libro había sido el bisabuelo del dueño actual. El libro siempre había pasado de bisabuelo a abuelo, de abuelo a padre y de padre a hijo desde hace años, hasta que llego donde estaba.

Era un libro roto y amarillento. Era un libro que se lee a los niños para que duerman. Este libro no era un diccionario, ni parte de una enciclopedia, tampoco un libro para contestar preguntas o acertijos, ni tampoco uno para colorear.
Este libro era un Cuento.

Pero este Cuento tenía un sueño, este Cuento quería ser una novela.

Si, una novela, una de esas con solamente una historia, de esas grandes y bellas, de esas que los adultos leen para distraerse, de esas que son el fruto del trabajo de una persona durante meses, años o incluso de toda su vida, de aquellas donde las personas ven a las personas atreves de los ojos de otra persona.

Pero ¿porque?

Porque el Cuento quería ser una Novela.

Al Cuento le gustaba mucho ser leído. No, le encantaba que lo leyeran. Pero sus cuentos eran tan sencillos que no necesitabas leerlo más de 2 o 3 veces máximo para aprendértelo de memoria.
El Cuento se sabía todas sus historias y personajes al derecho y al revés. Sabía cómo comenzaban y por supuesto conocía la manera en que terminaba.

Pero al estar tantos años de dueño en dueño y de librero a librero. Había conocido a muchísimas historias más grandes, fuertes y bonitas que él. Había conocido a las Novelas.  Había ido a lugares inimaginables llenos de personas y criaturas increíbles. Había visto una enorme ballena blanca y presenciado el amor trágico de unos jóvenes románticos. Había viajado en un globo, en barco, en aviones y hasta en naves espaciales. Había ido a Londres, a Rusia, a Paris, al Polo Norte y Sur y por toda Asía, a la montaña más alta del mundo y a los más bellos océanos. El cuento aun sin moverse, había viajado alrededor del mundo. Pero no solo había viajado en la tierra, había ido a mundos que no existían. Uno donde los animales hablaban y cantaban, otro donde había brujos, hadas y ángeles, otro lleno de volcanes y otro lleno de hielo y nubes.

Había ido muy al pasado a la era de las cavernas e incluso podía ir al futuro. Había conocido a todo tipo de personas. Personas buenas, personas malas, altas, pequeñas. Personas con alas y con cuernos, con cola de pescado, con cabello de colores, con piernas de cabra. Había conocido al mejor detective del mundo, al mago más poderoso del universo, a la mujer más rebelde de su época, a mujeres que buscaban el amor y vidas diferentes y a hombres que buscaban aventuras y mundos que explorar.

Se había sorprendido cuando descubría quien era el malo de la historia, había llorado cuando no se lograba un final feliz completo o cuando un personaje moría, se había emocionado tanto cuando se llevaba a cabo el clímax de la historia pero al final de todo siempre se impresionaba de todos los libros y de sus autores. De cómo lograban hacer que el que viviera la historia y que fuera capaz de sentir tantas cosas pero que al final de todo siempre quedaran satisfechos. Bueno casi.

Pero a pesar de todo esto. De haber viajado por todos lados y haber conocido a tanta gente. A el Cuento lo que más le gustaba de todo era conocer historias que todavía nadie había leído.

Esa era otra razón por la que el Cuento quería ser una Novela. Ya que todos sus dueños habían sido grandes y conocidos escritores. Admirados y queridos por mucha gente. Siempre tenían una opinión, una idea y algo que decir. Eran como una Novela humana. Por eso y más que nada el Cuento quería ser una Novela. Porque siempre había visto todo el esfuerzo que un autor le ponía a su Novela, todas las ideas y noches sin dormir que el autor pasaba. Y cómo que cada que terminaba una Novela dejaba en ella algo de él. Y por eso el Cuento se enojaba mucho cuando alguien decía.

- No leas ese libro, es una pérdida de tiempo- el Cuento creía firmemente que todo libro debía ser leído y amado. Todo libro que mereciera tanto esfuerzo y dedicación no podía ser una pérdida de tiempo. Era imposible.

Era imposible no amar a un libro. Un libro que te puede enseñar tanto y del que nunca se aprende lo suficiente. Un libro que te haga sentir que eres alguien y que te haga sentir de todo, ya sea; emoción, tristeza y una felicidad y satisfacción tan grande al haberlo terminado. Era imposible odiar a un libro o decir que era una pérdida de tiempo.

Claro que hay libros que por más que quieras no te pueden gustar. El Cuento en toda su vida había conocido a cualquier tipo de Novelas. Desde las más sencillas, modestas y tiernas. Hasta Novelas presumidas, altaneras y groseras. Aun así el Cuento sostenía que cualquier libro te deja una enseñanza y que marca tu vida. Ya sea para bien o en ocasiones para mal.

Y esa era la mayor y más importante razón por la cual nuestro pequeño, humilde y sencillo Cuento quería ser una Novela grande, fuerte y poderosa.

Porque quería marcar la vida de alguien. O enseñarle algo, o de perdida que la gente sintiera algo al leerlo. Algo bueno. Soñaba con hacer sentir al que lo leyera bien por dentro, que llorara, riera, se emocionara y que sintiera esa felicidad y satisfacción que se siente al terminar un buen libro. Deseaba con toda su pasta que las personas al leerlo sintieran algo muy fuerte y diferente dentro de sí mismos. Algo que los hiciera levantarse y hacer algo importante, algo grande. Ya sea como cambiar al mundo entero o simplemente ser más amable con las personas. Quería que las personas fueran mejores personas después de leerlo.

Que incluso fuera objeto de estudio de mucha gente. Había visto libros que hablaban de cosas muy profundas y que habían sido estudiados en las escuelas y oficinas para comprender completamente toda su historia. Esas Novelas eran leídas una y otra y otra vez. Al Cuento le encantaría ser una de esas Novelas.

Aunque de hecho le gustaría ser cualquier tipo de Novela. No le importaba mucho qué tipo de Novela fuera.
Podría ser cualquier tipo.

Podría ser una de crímenes ocultos en una ciudad, o de miedo con monstruos que salen de tus pesadillas, o una romántica que hiciera llorar y buscar el amor verdadero a mucha gente. Podía ser una de viajes en el tiempo, o de ciudades futuristas. De mundos nuevos llenos de gente y criaturas extrañas, podría ser una dramática que hiciera desesperar y emocionar hasta el borde de la locura al lector. Podía ser una cómica sobre las aventurillas del personaje principal en la ciudad. Podía ser una de vampiros chupa-sangre o de hadas que conceden deseos, podía ser una histórica basada en hechos reales donde todas las cosas de verdad pasaron y esa gente de verdad existió.

Incluso podría ser una Novela que empezara una serie de libros. Una saga entera de libros empezada por el Cuento.

El Cuento de verdad quería ser una Novela.

A veces el cuento se sentía triste y se imaginaba en cómo había sido creado, porque no recordaba. Pensaba melancólico que a lo mejor su autor había sido una persona mala que lo había escrito cuando no tenía nada mejor que hacer. A veces se ponía en un rincón a llenarse de polvo y pensaba que ya no le importaba ser leído. Porque de todos modos no creía que dejara alguna enseñanza o un sentimiento al que lo leía.

Pero cuando más triste se sentía y estaba a punto de darse por vencido y deshojarse y dejar que sus páginas volaran y se perdieran para siempre. Se decía a si mismo.

- Todo libro merece ser leído – Entonces decidió que después de su última leída seria lo último que hiciera el Cuento. Ser leído.

El Cuento espero y espero a que alguien lo tomara en sus manos y lo leyera. Pero ni siquiera los hijos de su dueño se le acercaban, siempre preferían a los libros más bonitos y cuidados sobre el pobre, viejo, amarillento y roto Cuento.

Un día que el Cuento se sentía lo más triste que se había sentido jamás, entro en la biblioteca de pronto su dueño el Autor. Y llevaba una bolsa de basura negra. El cuento pensando que tiraría los libros más viejos incluyéndolo a él. El Cuento se preparó para su final y cerró los ojos.

Al ver que no pasaba nada el Cuento abrió los ojos y se sorprendió al ver lo que estaba pasando. El Autor estaba tirando todas las hojas de su más reciente trabajo. Una Novela en creación. El Cuento se asustó y se enojó al mismo tiempo. De seguro el Autor debía de haberse vuelto loco, como podía tirar a la basura esas hojas de su trabajo en el cual (y el Cuento era testigo) había puesto tanto esfuerzo y dedicación. Era simplemente una locura.

Entonces el Cuento se sorprendió aún más con lo que siguió. El Autor empezó a llorar. Se sentó en el piso y se puso a llorar, el Cuento nunca lo había visto así. Quería salir del librero, abrazarlo y decirle que todo estaría bien. Pero no podía.

Luego de un rato pequeño el autor se levantó y aun con los ojos rojos de haber llorado estaba enojado. Entonces se acercó al librero, tomo al Cuento y levantándolo en el aire para aventarlo…

El Cuento se sintió muy mal, su propio dueño, el Autor estaba a punto de aventarlo contra el piso. El Cuento se iba a acabar sin haber sido leído una última vez.

El Autor bajo la mano y se sentó en un sillón de la biblioteca, abrió el Cuento y lo empezó a leer.

El Autor lo leyó muy despacio, disfrutando cada frase. Riendo tan fuerte con cada chiste, suspirando y al final cerro el Cuento con una sonrisa en su cara y una lágrima cayendo por su ojo. Después puso al Cuento sobre su pecho. El Cuento sintió el latir del corazón del autor. Era un latido suave pero fuerte. Si el Cuento hubiera podido llorar lo hubiera hecho. El Autor se levantó del sillón y mirándolo le dijo al Cuento como si pudiera oírlo.

- No tienes idea de lo importante que eres para mí- con cuidado puso al Cuento en su lugar y de pronto entro su esposa y le pregunto -¿Te sientes mejor?- él le respondió mientras la abrazaba – Sabes, nunca creí que ese primer cuento que leí cuando era un niño, me fuera a inspirar a ser un autor. Digo, es una tradición, creo que nunca te dije que mi bisabuelo lo escribió y fue su primer cuento, es lo que siempre me recuerda que todo se puede lograr mientras tú lo quieras- entonces la beso y sonriendo le dijo – Adelántate, tengo que hacer algo- ella lo hizo así y se fue sonriéndole.

El Autor sacó de la basura las hojas de su Novela en progreso y después vio hacia donde estaba el Cuento – Mañana lo mandare a re-empastar- y entonces se fue cerrando la puerta.

El Cuento estaba tan sorprendido. El, un cuentillo sin gracia había hecho reír y llorar al Autor. El significaba mucho para el autor. Él había sido escrito por el bisabuelo del Autor. Eso significaba que estaba en el librero del bisnieto del que lo escribió. El, ese cuentillo había sido la primera lectura de todos ellos. Pero más importante de todo. Había sido la inspiración para que ellos empezaran a escribir esas maravillosas Novelas llenas de emociones. Y entonces el Cuento se dio cuenta de algo.

No solo te puedes emocionar con una Novela enorme, te puedes emocionar incluso por una carta o un mensaje, puedes sentir todo lo que podrías sentir con una Novela con cualquier lectura. Siempre y cuando fuera especial. Eso era.

El Cuento nunca se había dado cuenta de lo especial que era y ahora lo sabía. Ahora el Cuento ya no quería ser una Novela que pudiera ser estudiada en grandes escuelas. El Cuento ahora solo quería ser una lectura, una lectura que fuera disfrutada y especial.